Lanzamiento del libro «Realidades eternas»

Un nuevo objetivo logrado

Luego de un largo tiempo de escritura y de ensayo de la recepción, pudimos realizar una cálida e íntima ceremonia de lanzamiento del libro que durante dos años estuve escribiendo.

En la ceremonia se hizo presente la Agregada Cultural de la Embajada de Chile en Suecia, Mireya García y presentó el libro.

En las próximas líneas incluyo sus palabras.

“El libro Realidades Eternas de la autora Paula Fuenzalida, es un espacio de relatos absorbidos de la realidad vivencial en su país de origen, Chile, y contextual en su país de vida, Suecia. Los pensamientos y la inspiración nacen en un continente y se ejecutan en otro, distante y distinto, pero igualmente fuente de inspiración para desarrollar el concepto de Danza Teatro e involucrar la problemática de violaciones derechos humanos y los efectos en las vidas de las víctimas.

Los derechos fundamentales o derechos humanos son aquellos inherentes a la dignidad humana, por tanto imprescindibles para proteger la vida, integridad, libertad y desarrollo de las personas. Cuando los Estados no los respetan o los descartan del ordenamiento jurídico, las personas son expuestas a hechos de extrema violencia que quedan grabados en las memorias individuales y colectivas.

El título que Paula asignó al libro “Realidades Eternas” da cuenta de ese punto de encuentro permanente, lo vivido, lo presente y los anhelos de futuros generalmente irrealizables. La silla vacía se eterniza; el país de asilo se convierte en permanente; la cultura original se matiza; los idiomas se fusionan y las raíces paulatinamente se van entrelazando hasta conformar un entramado del que ya no es dable escapar.

Y es a partir de ese entramado que la danza teatro adquiere significado. La trama está, los personajes también, lo que hace la danza teatro es poner en escena y movimiento realidad eternas. Los cuerpos desgarrados se transforman en movimientos armónicos, en pasos apresurados, en miradas de soslayo. La composición da cuerpo y sentido a la historia, que deja de ser abstracta al personificarla en los hijos de detenidos desaparecidos o mujeres inmigrantes.

La obra “Las 4 esquinas” es una historia tan real como nuestra presencia, sin embargo los protagonistas son los hijos, porque los padres de esos hijos son parte de un universo de seres humanos que están y a la vez no están, que no son vivos ni muertos, que desaparecieron en un centro de tortura donde solo sobrevive la dignidad, el coraje y la convicción.

Conozco esos hijos, los vi desde niños portando las pancartas de sus progenitores; los vi rompiendo el cascaron para transformarse abruptamente en luchadores; los vi cargar dolores y ausencias en una bolsa de género colgada en sus espaldas para poder seguir caminando; los vi relatando la historia que se convierte en memoria, en danza, en teatro, en libros, en películas, en fotos, miles de fotos que adquieren el valor de la vida misma.

Las 4 esquinas están representadas por 4 sillas, una imagen potente, ahí está el vacío, ahí hubieran estado sus padres, ahí no están, ni estarán físicamente; pero la danza los revive, les otorga un rostro y un cuerpo capaz de expresar emociones, sentimientos, presencia.

Cuando la danza teatro se involucra con esas realidades y crea arte desde el relato, se transforma en un vehículo de transmisión y fuente de construcción de memoria histórica lo que le permite trascender como técnica dancística.

La segunda obra “Tres amantes: el amor estorba” aborda la temática de la mujer, de sus derechos y lugar en la sociedad, de lo patriarcal y la discriminación.

Los avances en el reconocimiento de la mujer como ser humano con derechos, ha sido un tránsito, lento, complejo y de logros aún muy insuficientes. El dominio extremo mantiene a millones de mujeres en el mundo sin que se respeten sus derechos como personas, mujeres, madres, trabajadoras. Sumisión y dominio que vulnera y expone la existencia de las mujeres a normas arcaicas y discriminatorias que resulta difícil comprender en el mundo moderno. La Convención en Contra de la Discriminación de la Mujer, es un mecanismo que al igual que la Declaración Universal de los Derechos Humanos es cotidiana y masivamente violada por los Estados por razones políticas, económicas, raciales, religiosas y culturales.

Elevar la voz desde la creencia histórica que identifica a la mujer con fragilidad, ha sido una hazaña que aún no llega al puerto de la igualdad. Transformar culturas, mitologías, pensamientos filosóficos o creencias religiosas que avalan la discriminación de la mujer, sigue siendo un objetivo complejo y de difícil solución.

En este plano, la cultura en sus diversas expresiones, tiene un gran aporte que realizar, recogiendo y transformar esas realidades en obras de construcción de identidades que refuercen la autoestima, el conocimiento de derechos adquiridos y la valoración del ser mujer. Como dice la autora hay que unir las resistencias femeninas.

La tercera obra nominada “Nos Encontramos en un Mundo” nos centra en la realidad de la inmigración y asilo en Suecia, un camino que miles de nosotros tomamos para huir de la dictadura y que miles más siguen tomando para salvar sus vidas de la guerra y la represión, en búsqueda de reencontrarse con la dignidad humana, como enunció José Aníbal Cagnoni, de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos: “La dignidad es como el núcleo solar del cual emanan los rayos que devienen esenciales a la vida”, lo que nos dice es que la dignidad es vida y que la vida sin dignidad es un doloroso pasar del tiempo.

Esa búsqueda está contenida en la historia de dos mujeres jóvenes, de Birmania y Palestina, que enfrentan el tema de la inmigración-integración en Suecia. Los testimonios de vida de las jóvenes fueron plasmados en un documental, guion de danza teatro y participación del público.

Impacta una frase de Ruba, la joven Palestina: “Soy una palestina orgullosa también, me encantaría tener a Palestina acá en Suecia”, lo que Ruba nos transmite es integración y nostalgia, se siente bien en Suecia, pero extraña su tierra, los naranjos, el origen, los colores, los aromas.

Tina, la joven Birmana, se siente diferente, relata: “Una parte de mi siente a veces ganas de volver al campamento de asilo, porque por lo menos éramos todos iguales”, agrega: “A veces siento que aquí estamos más aislados, con tantas casas tan altas, todos solos”. Nacer y vivir en un campamento de refugiados es una experiencia dificultosa, pero ella añora las tradiciones, las raíces, la familia.

La obra “Nos Encontramos en un Mundo” se corono con la composición musical Vague y La Nave Va, de Anouar Brahem, que logró impactar el escenario y la interpretación dancística, el ambiente fue Palestina y su belleza, las raíces revivieron y la nostalgia se hizo presente en la fuerza de la expresión corporal de la danza teatro.

Por su parte la música tradicional Birmana del compositor Maung Myint fue un enlace con las montañas y el espíritu, con liviandad, unión y protección de los dioses.

Ambas historias presentes en un escenario donde artistas y bailarines representaron la búsqueda de una vida segura, la solicitud de asilo; el proceso de inserción y sus dificultades y la ficción de poder transportar un trozo de tierra a la nueva casa.

Este libro nos muestra el valor de la Danza teatro como expresión de denuncia, sanación y construcción de la memoria histórica.”

Mireya García, Agregada Cultural, Embajada de Chile, 04 de junio 2016, Estocolmo.

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